Los diseñadores no podemos vivir ajenos a lo que viene después de nuestros diseños. Después del ordenador, nuestro trabajo cobra vida y hay una continuación del mismo que debemos tener en cuenta desde el germen, desde el momento en que gestamos la primera idea.
El hecho de pensar y tener presente que lo que hay en mi pantalla acabará saliendo de ella sobre papel, vidrio, hojalata, barro, vinilo… (podríamos escribir millones de soportes), nos diferencia entre nosotros y es muy palpable en el resultado final, en el producto ya fabricado. Si sabemos de antemano que lo que estamos haciendo se hará realidad en un material, tenemos que saber cómo se comporta ese material, qué resultados da, qué ocurre en el proceso, cómo se van a traducir lo elementos que conforman mi diseño en esa materialización. Así, conseguiremos controlar lo máximo posible el resultado que vamos a obtener. Y cuanto más control tenemos sobre ello mejor podremos elegir qué queremos. Porque cuanto más conoces, mejor y con más criterio escoges.
1. El soporte final, un factor más a tener cuenta
La decisión que acabemos tomando sobre el soporte final es tan importante como la paleta, tipografía, fotografía o ilustración empleada. Es un elemento más de mi diseño; aunque no lo esté viendo en el programa como una ventana de un parámetro, esa ventana sí que debe estar activa en mi cerebro. Acostumbrarse a ello es un hábito necesario para ser un buen diseñador. Como en cualquier materia, salir de la «zona de confort» siempre tiene ventajas, y aunque al principio vayamos más lentos, también hay que disfrutar de esa novedad, pues el continuo aprendizaje es un indicativo de calidad y de mentes despiertas. Además, a largo plazo estos nuevos aprendizajes crean enriquecimiento y experiencia a nuestro estudio. Por ejemplo, si nunca has trabajado la hojalata o un tipo de papel o textil determinado, seguramente adentrarte en ese camino por primera vez requiera más inversión de tiempo y estudio que otro soporte que sí domines, pero cuando controlemos los factores de ese proceso, tendremos un abanico un poco más abierto que nos permitirá una visión más rica para trabajar con nuestros clientes.
2. En directo los procesos son más auténticos: visita los talleres
A estas alturas, todos conocemos ya las bondades de internet, lo cual es necesario y completa mucho nuestra formación. Pero para obtener la máxima información posible y de la mayor calidad es necesario visitar los talleres. Desde aquí quiero dar las gracias a todos los maestros de taller (de vidrio, lacado, alfareros, maquinistas, expertos en fotomecánica y preimpresión y un largo etcétera) que con mucha humildad nos transmiten su sabiduría en oficios que han aprendido y heredado con los años. Gracias a ellos, podemos estar diseñando un producto escogiendo unas características concretas y sabiendo cómo se va a comportar en el material elegido. Porque si entiendes los procesos, entiendes la transformación por la que pasa tu diseño para llegar al producto definitivo. Y ello te permite que no haya sorpresas, o al menos que haya las menos posibles.
Saber las opciones que hay en el mercado, exige un nivel continuo de actualización, fundamental para poder escoger una opción acertada que se ve afectada por numerosas variables. No solo necesito saber los materiales disponibles para mi diseño, es que el mismo también se ve afectado por el presupuesto del cliente, que a su vez se ve afectado por la cantidad de ejemplares que quiere o puede hacer; y a su vez esta cantidad afecta al tipo de proceso, y así podríamos entrar en una espiral continua donde todo está interrelacionado y donde nosotros, los diseñadores, en algún momento hemos tomado una decisión responsable que ha marcado el camino de ese producto. Por lo tanto, para llevar a cabo estas decisiones haciendo la media de todas esas variables de la manera más acertada posible, visitad los talleres y sacad vuestras propias conclusiones.
3. Sostenibilidad
Da prioridad a lo que tienes cerca. Apuesta por tu zona siempre que puedas, en definitiva, sé sostenible. Te reportará un feedback y un enriquecimiento para ti y para los tuyos y aprenderás más y mejor. El precio no es el único factor a tener en cuenta a la hora de trabajar con un taller. También es importante que estén ahí, que sean honestos y profesionales, que te avisen si algo no va bien, que los costes repercutan en tu zona, en definitiva, que haya una buena relación entre el diseñador y el productor.
Habrá ocasiones en las que no tengamos determinados acabados en nuestra entorno más cercano, pero eso no puede ser un impedimento para conocer igualmente el proceso en primera persona. Tendremos que buscar la manera de visitar y/o contactar con el taller, obtener muestras y hablar con los productores. El margen de error se reducirá de manera considerable entonces.
Equivocándonos es como más aprendemos, porque lo que hacemos en nuestros ordenadores es la suma de nuestras experiencias.