Cuando hablamos de restyling en el mundo del diseño gráfico ¿a qué nos referimos?. Muchos creen que es un poco de «chapa y pintura» a algo que ya está creado o incluso implementado. Y además asocian esa acción a algo más fácil que si hubiera que crearlo desde cero. En la práctica eso no es así y muchos de los restyling que realizamos, ya sea en marcas, identidades o packaging tienen más trabajo que si se hicieran nuevos. Pero para saber exactamente qué es un restyling vayamos al origen de la palabra. Procede del inglés y significa literalmente remodelación. ¿Pero qué remodelamos? ¿Qué cambiamos? Esa es la clave de un buen restyling. Por tanto, todo gira en torno a qué debo tocar y qué debo dejar.
Los motivos que puedan llevar a un cliente a realizar un restyling pueden ser de índole diversa. Voy a hablar de un caso concreto que hemos trabajado recientemente. Se trata del Aceite de Oliva Virgen Extra La Estaca. Tras realizar un análisis del trabajo que nos viene dado, determinamos qué debe modificarse y qué debe quedarse como está. La etiqueta que nos venía dada tenía los siguientes problemas: no cumplía la normativa europea en materia de trazabilidad, tenía un problema estructural en la forma de la etiqueta y también detectamos un problema en el resultado final respecto a lo que se quería transmitir. Todo ello provocará modificaciones en la marca que vamos a aprovechar para mejorar lo que tenemos.
1. Normativa trazabilidad
Aplicando la normativa vigente en esta materia, hicimos las modificaciones en la tabla de información nutricional, cuerpo mínimo de letra de la información y espacio para trazabilidad. Pero también aprovechamos para incluir un código de barras que no existía y adecuar los sellos del CAAE, DOP y DO Sierra Mágina al tamaño correcto. Una vez actualizada esta información, nos sobraba la mitad del diseño de la etiqueta dada por problemas de espacio. Había que simplificar.
2. Problema estructural
La botella, que también nos viene dada, tiene forma cónica, de manera que la base es más ancha que la parte superior. Por tanto, la etiqueta debe adaptarse a esta forma. La que nos viene dada no había tenido esto en cuenta y se había realizado recta con todos los problemas que ello conlleva de arrugas, cierre, etc.
Creamos el troquel con la forma adecuada y otra vez supuso una reducción de elementos, pues la forma cónica deja menos área de diseño que la recta.
3. Desde el punto de vista semántico
Detectamos que había una contradicción entre lo que se quería transmitir y el material y colores elegidos. Hablábamos de un aceite ecológico, familiar, de pequeña producción. La botella es oscura (no lacada) y con la etiqueta negra sobre la botella oscura todo quedaba en segundo plano y apagado. También estaba prevista una pequeña etiqueta circular de cuello con una información adicional. La decisión fue elegir el kraft tanto en la etiqueta adhesiva como en la de cuello y unificar toda la gráfica y datos en negro, reservando el color solo para los sellos. Con ello conseguimos resaltar el diseño sobre el negro, dar un aspecto más «artesano» al producto, más acorde a los valores que el cliente buscaba y poner el acento en los sellos que al ser lo único que queda en color llama la atención rápidamente.
Este tipo de soluciones hacen que desaparezca el color de la imagen original y que se simplifique la imagen, reservando esa opción en color para la distinción de futuras variedades.